Corría y no entendía, pero tampoco se cuestionaba. No se cuestionaba porque sabía que eso lo detendría.. de todas formas quiso ordenar sus pensamientos. Ante lo sobrenatural del hecho, y la curiosidad que éste despertaba, no hubiera podido no correr, aún el, que tanto repensaba todo y lo dudaba. El día le pareció entonces salido de la órbita de los días. Desde que entró en la casa, su vida había cambiado: su vida no era más su vida, como canta la canción. Y el cambio este habría de seguir, Felipe lo debía seguir.
Ya no corría sino que caminaba, con los hombros hacia adelante, por las calles que lo llevarían a esta esquina. Calles que él desconocía y seguía como por instino, paralelo a sus pensamientos. La ciudad estaba repleta de elementos que pasaban al lado suyo pero en otra dimensión. Y entonces cuando llegó a esa esquina, el tráfico incesante de gente cesó, y en la vereda de enfrente vió los ojos ultramar, y comprendió que aquellos lo esperaban. Avanzó lentamente apoyando en el asfalto toda la planta de sus pies, sin reparar en otra cosa que en esos ojos. Eran de un color diferente, distinto a cualquier color conocido por el hombre. De ellos tenía mucho que aprender.
-Mi nombre es Nina, y somos muy parecidos - dejó caer sobre el aire la mujer.
Ya no corría sino que caminaba, con los hombros hacia adelante, por las calles que lo llevarían a esta esquina. Calles que él desconocía y seguía como por instino, paralelo a sus pensamientos. La ciudad estaba repleta de elementos que pasaban al lado suyo pero en otra dimensión. Y entonces cuando llegó a esa esquina, el tráfico incesante de gente cesó, y en la vereda de enfrente vió los ojos ultramar, y comprendió que aquellos lo esperaban. Avanzó lentamente apoyando en el asfalto toda la planta de sus pies, sin reparar en otra cosa que en esos ojos. Eran de un color diferente, distinto a cualquier color conocido por el hombre. De ellos tenía mucho que aprender.
-Mi nombre es Nina, y somos muy parecidos - dejó caer sobre el aire la mujer.
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