Felipe sabía lo que quería, el problema era conseguirlo.
Miró a su alrededor en busca de una respuesta. Casas de cartón, niños sin imaginación, perros rabiosos, la cara muerta del kiosquero. Nada.
Abrió la revista que tenía en la mano y comenzó a pasar sin apuro las hojas, deteniendo su mirada sobre los títulos sensacionalistas que poblaban cada uno de los artículos. Un pequeño recuadro amarillo en la esquina inferior izquierda de las página 35 llamó su atención. Decía:
"Se busca persona que crea en la magia, que pueda oler la lluvia y reírse de sí mismo. Es indispensable que no haya perdido su esencia, que quiera a sus padres y le guste la poesía. Si cumple con estas características y sabe lo que quiere éste es el lugar para usted. Sí Felipe, éste es el lugar para usted. Esquina de Pirovano y Comodoro Rivadavia. No se puede perder."
Incrédulo, Felipe se echó a correr.

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