Los sapos alados entraron a tierra, es decir salieron del agua, con total naturalidad. Como Nina observó, no sin asombro, se posaban sobre una extremidad, que cumplía la función de pata y de aleta caudal. En un mismo momento, todos los slakus comenzaron a regurgitar el agua que seguía en sus vísceras, y al parecer les dificultaba la respiración. Luego de terminar esta ceremonia, hablaron con voz grave:
-Eres bienvenida, por si no te habías percatado.- dijeron acercándose a un solo sonido, en coros de diferentes voces casi angelicales-Sabemos que buscas, pero no te permitiremos que lo encuentres. Puedes vagar por nuestro suelo todo el tiempo que desees, pero luego del ritual.

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